Un dicho local reza: A la porra los pastores que la Pascua terminó y cada quien, de acuerdo a lo laxo de su vocabulario, puede cambiar “porra” por el vocablo que más le acomode, pero que al fin de cuentas el dicho expresa que al finalizar las festividades de Navidad, tanto los pastores como toda la parafernalia de esa época no tienen razón de ser. El dicho también se aplica cuando algo deja de cumplir la función para lo que fue creado y por lo tanto no tiene sentido su existencia o simplemente cuando se desea mandar a alguien al averno o sus alrededores.
El hecho es que para el 26 de diciembre de cada año, la mayoría de las personas no desea escuchar ni un villancico más, su hígado está completamente intoxicado, tanto por el exceso de alcohol como por la exagerada ingesta de grasas y demás elementos tóxicos para el organismo; el desvelo acumulado por tantos días de farra ha llegado afectar el ritmo cardíaco y lo peor del caso es que abundan los conciudadanos que para estas fechas se encuentran “arráncame la vida”, es decir sin un peso en la bolsa y si acaso tienen tarjetas de crédito, las mismas superaron por mucho sus respectivos límites.
No obstante, como decía el gran locutor de origen argentino, Buck Canel, “Esto no se acaba hasta que se acaba” y en efecto, para esas fechas todavía falta la celebración de despedida del año viejo y la bienvenida al año nuevo, que tal como marca la tradición hay que festejar debidamente. De tal manera que no queda más remedio que poner en neutro el vehículo para poder llegar hasta el 31 de diciembre.
En una época se hacía un alto en el camino para celebrar el 28 de diciembre, día de los Santos Inocentes, que según la Iglesia Católica es la fecha en que Herodes mandó a matar a los hijos menores de dos años de los judíos, lo que obligó a José y su familia a emigrar a Egipto. Sin embargo, algunos investigadores han encontrado evidencias que Herodes Agripa II, malandrín, mal político, nefasto, amigo de lujos y dispendios, nieto del Herodes que supuestamente emitió el edicto de la matanza de los niños, es a quien se debe esta celebración. Este Herodes Agripa II, que había nacido un 28 de diciembre, era muy aficionado a festejar su cumpleaños con tremendos bacanales y cuando iba a cumplir treinta años preparó un festín sin precedentes e invitó a todos sus allegados, sin embargo, previamente había mandado a publicar un edicto en el cual se distribuían castigos ejemplares para los asistentes, acusados de no acatar las leyes imperiales, recetando penas de muerte, fuertes multas, destierros, encarcelamientos y demás. Los invitados fueron obligados a asistir y aún sin haber probado ninguno de los manjares, pues tenían el trasero a dos manos, debieron entregar los regalos de rigor al cumpleañero. Según los investigadores, se encontraron misivas con el sello de Herodes que expresaban: Innocens, como quien dice Inocente Palomita. Así pues, de esta manera se instauró el día de los Inocentes el 28 de diciembre, que en otros países se celebra en Abril con el nombre de Día de Tontos. En el siglo pasado, la gente tenía que andar sumamente alerta en ese día, pues las bromas estaban a la orden del día. Desde llamadas por teléfono con las bromas más originales, regalos balines, encargos hechos a nombre de terceros, falsas alarmas de incendio para los bomberos, invitaciones a fiestas inexistentes, noticias falsas, entre otras.
En la actualidad es muy raro encontrar bromas tal como se acostumbraba antaño, tal vez alguno que otro titular de los periódicos o de noticieros que difunden noticias que nos gustaría escuchar en la vida real, pero que no es otra cosa más que una broma. Entre particulares, es más difícil, tal vez la gente tenga miedo de las consecuencias de estas bromas o que se las regresen con mayor intensidad, más ahora que la mayoría de los teléfonos tienen identificador de llamadas, lo cierto es que a excepción de los bomberos que siempre son los paganos, es difícil encontrar inocentadas.
Luego a rastras se llega al fin de año. Es tradición en Nicaragua celebrar la ocasión con una cena, de conformidad con las posibilidades de cada quien, especialmente como señalábamos, después de los tremendos gastos de la Navidad. Quienes disponen de un presupuesto amplio, reservan una mesa en algún club, hotel, restaurante o antro, en donde se ofrece una cena y una copa de “champan”, además de música viva, tal vez un show con algún artista local o internacional. Algunos prefieren realizar su propia fiesta en su casa y disponen de una cena que puede variar desde el pavo al horno, gallina rellena, hasta el popular nacatamal, así como licor a discreción.
Al igual que en la mayoría de los países del mundo, el nicaragüense ha sido presa de la superstición en las celebraciones de fin de año. Algunas costumbres son heredadas de los antepasados indígenas y otras de los españoles. En general hay un sentimiento o necesidad de limpieza en la celebración, por lo tanto en algunos casos se practican “limpias” con diversas hierbas al igual que lo hacían los indígenas. Otros prefieren las costumbres europeas de ponerse ropa interior roja, amarilla o simplemente al revés. Aunque no falta aquel que llega borracho con el calzoncillo por fuera como Superman. También hay ilusos que son afectos a tomar unas valijas y al momento en que el reloj da las doce campanadas salen a dar la vuelta a la manzana con las valijas para que el año nuevo esté lleno de viajes, aunque tal como están las cosas ahora, lo más probable que el primer viaje sea a la Estación de Policía pues mientras daban su vuelta los ladrones desvalijaron su casa. Otros muy castizos se tragan una uva por cada campanada que da el reloj, sin embargo, lo más churripatético es la costumbre de que a la medianoche echan un huevo colorado, es decir, de amor, en un vaso de agua y esperan a que se forme una figura que predice lo que le depara el año nuevo. Cabe aclarar que con tres mecatazos de guaro previos se puede observar cualquier figura, desde un jumbo jet, que indica viajes trasatlánticos, hasta un escritorio que indica que tendrá un puesto en el Gobierno fuera de la supervisión de la Contraloría y por lo tanto sus ingresos se incrementarán sustancialmente. Ya con cinco rielazos pueden ver cualquier cosa en el huevo.
Las supersticiones son infinitas y las variantes dependen de cada individuo, hay quienes se cuidan hasta de a quién le darán el primer abrazo a la media noche, pues si es a alguien del sexo opuesto, esto quiere decir que tendrán una o varias parejas en el año. Otros ponen en el centro de la mesa una canasta con las más variadas frutas y verduras, para que el alimento no falte en todo el año.
En algunas localidades se acostumbra elaborar un muñeco, con aspecto de viejo, algunos le ponen un puro o una botella de licor en la mano y los más creativos tratan de que parezcan a los personajes de la vida pública, entre más repudiados, mejor, de tal manera que a la media noche les pegan fuego, como un rito de despedida al año viejo o al ferviente deseo de que el personaje desaparezca de la vida pública.
En los últimos años se ha introducido en Nicaragua la costumbre, un tanto más moderna, de fijar propósitos para cumplir en el año nuevo. A pesar de que es un buen síntoma pues poco a poco se van desterrando algunas supersticiones para dar paso a proyectos de mejoría personal, el problema es que en una gran mayoría estos propósitos no se llegan a cumplir. Podría decirse que un 80.32 por ciento, como precisaría El Firuliche, los propósitos planteados están encaminados a bajar de peso. El caso es que muchos ni siquiera inician el esfuerzo para cumplirlo y otros después de un par de semanas abandonan la empresa. Otra gran proporción de los propósitos está orientada a dejar de fumar, llegando a cumplir esta meta menos del 2.45 por ciento de quienes se embarcan en este empeño.
Otro de los grandes embustes es el propósito de dejar de beber. Generalmente aquellos que durante la Navidad o en el pasado cercano tuvieron episodios trágicos debido a la bebida, accidentes de tránsito, irrespeto a sus progenitores, violencia intrafamiliar, despidos en el trabajo, etc. lo primero que hacen es proponerse como meta dejar de beber, sabiendo perfectamente que si no ingresan en un programa de alcohólicos anónimos es muy difícil superar esa enfermedad.
Algunos se propondrán ser una mejor persona, lo cierto es que en una gran proporción se trata de personas que necesitarían volver a nacer para mejorar, pues la maldad es parte intrínseca de su ser y aún arrancándose toda la piel, todavía serían los malandrines de siempre.
En fin, aquí aplica aquella canción de Serrat que decía: Cada loco con su tema, contra gustos no hay disputa, artefactos, bestias, hombres y mujeres, cada uno es como es, cada quien es cada cual. Así que podéis proponeros los propósitos que os plazca (esto ya no es de Serrat).
Tal vez valdría la pena destacar a aquellas personas a quienes les pediríamos de favor que no cambien nunca, no importa un par de libras de más o de menos, algunas arrugas extra, cinco canas más, pero que la pureza en el corazón con que nos prodigan cariño, se mantenga incólume. Por estas personas, vale la pena esperar un año nuevo y hacer un brindis por ellos.