E pur si boli

En el mundo actual, el plástico es un elemento indispensable y omnipresente. Para muchos, ha sido parte integral de su vida y no pueden imaginarse un universo sin este material. Sin embargo, para algunos nicaragüenses, el plástico irrumpió en nuestra existencia cuando todas las cosas eran de vidrio, metal o madera.

Fue a finales de la década de los cincuenta, cuando empezamos a ver con asombro la forma en que los objetos de nuestra cotidianeidad comenzaron a fabricarse con este novedoso material, que además de sus vistosos colores, poseían cualidades que los materiales tradicionales no tenían. Vasos que no se rompían, baldes que no se agujeraban, panas ligeras y tantas cosas más. Sin embargo, nos dejó con la boca abierta mirar cómo el polietileno de baja densidad lograba convertirse en bolsas transparentes y cómo alguien tuvo la gran idea de envasar en pequeñas bolsas de este material, refrescos que podrían fácilmente enfriarse o congelarse. De esta manera el Boli llegó a nuestras vidas.

El nombre Boli corresponde a la marca de fábrica del primer refresco envasado bajo este concepto. No existe documentación que registre el origen de este nombre, pero la marca bien pudo haber sido originaria de México o de Colombia, y de ahí vino a Centroamérica, en donde en varios países todavía se les conoce bajo este nombre que se volvió genérico, aunque también adoptan otros apelativos como por ejemplo “congeladas” en México y “apretadas” en Costa Rica.

Al igual que muchos productos, los primeros bolis que llegaron a San Marcos los llevó Juan Molina y no se daba abasto para suplir la gran demanda que tuvo este innovador producto, pues costaba la cuarta parte del valor de una gaseosa, la tercera parte del valor de un Tu y yo del Eskimo y un poco menos de la mitad de lo que costaba un raspado.

Este creciente mercado alentó a los emprendedores nacionales a instalar sus fábricas, prácticamente artesanales, de bolis. Estas plantas demandaban una modesta inversión y los esfuerzos se concentraban más en la comercialización que en la producción, pues no era más que agua, esencia de frutas, azúcar y colorante. Así fue como al rato aparecieron los Sonrikos, los Virrey fabricados por Humberto Vigil, los Twany fabricado por los Blandón de San Marcos, los Hit, los Monito, los Estrella y un sinnúmero de marcas en cada localidad del país. Es curioso resaltar unos deliciosos bolis que fabricaban en la vieja Managua, en una casa por el rumbo entre la Cervecería y el Cine Ruiz, que eran preparados con frutas naturales, pero que no tenían nombre. También empezaron a empacarse otros productos, por ejemplo las gelatinas Iglú, la leche con cocoa de La Salud y hasta el aceite Corona, en minúsculas bolsas que se llamaban Tamalitos Corona. Años más tarde, la industria del cosmético también utilizó este mismo sistema para comercializar el shampoo y el enjuague.

Las pulperías que contaban con al menos una refrigeradora, sino un freezer, empezaron a comercializar bolis y de esta manera al inicio de los años sesenta se dio el “boom” de los bolis que restaron un importante segmento al mercado de las gaseosas. El problema serio es que a diferencia de las gaseosas, cuyos envases de vidrio eran retornables y por lo tanto el consumidor tenía sumo cuidado de proteger la botella hasta que era devuelta al comerciante, la bolsa plástica por su parte fomentaba la cultura o más bien incultura de lanzar la basura al suelo. En esa época tampoco se tenía idea del daño al ambiente de parte de los productos plásticos, por lo tanto la sorprendente aparición del plástico y su aparente utilidad, a la larga trajo funestas consecuencias al futuro ambiental del país.

Los fabricantes de bolis, sin embargo, no contaban con la astucia de los gigantes productores de gaseosas, que tenían desarrollado un fuerte respaldo en publicidad, rubro muy poco utilizado por la industria del boli. La guerra entre la Pepsi Cola y la Coca Cola vino a fomentar el consumo de gaseosas y este producto volvió a recuperar la supremacía que tenía a mediados de los años cincuenta. De esta manera, la “chispa de la vida” vino a dejar el consumo de los bolis en los estratos de la población con menores ingresos.

El colmo del boli ocurrió a finales de los años sesenta, durante la campaña electoral de Anastasio Somoza Debayle, en donde los activistas del Partido Liberal tuvieron la idea de fabricar pequeños bolis con “guaro”, mismos que se repartían a diestra y siniestra en las manifestaciones. Este fue el origen de un término que se acuñó acertadamente: “política de nacatamal y boli”, cuando se refiere a la concentración de adeptos, léase acarreados, bajo el gancho de la distribución de comida y licor. Cualquier parecido con algún partido político de la actualidad es pura coincidencia.

A finales de los años setenta, el boli todavía sobrevivía, pues formaba parte importante de las preferencias de los sectores populares y su fabricación todavía era rentable a nivel artesanal.

Para los años ochenta, en que los ríos de leche y miel acapararon las existencias de los envases de vidrio, la industria de las gaseosas y otras más sobrevivieron gracias al principio del boli. Las gaseosas, dejando atrás su orgullo, se vertían en bolsas plásticas con hielo, se ponía una pajilla y se amarraba la bolsa; práctica que se mantiene en la actualidad, disminuida por la aparición del PET y los envases no retornables. El colmo fue que este método se extendió a la comercialización del quesillo, mismo que aún se sirve en bolsas plásticas, con todo y tortilla y algunos ciudadanos muestran una singular maestría al consumirlo a través de un agujero, tal como se hace con el boli.

Para los años noventa, una serie de factores contribuyeron a la casi extinción del la industria del boli. Por una parte, las autoridades sanitarias del país, intensificaron los controles de higiene en los alimentos y bebidas que se fabricaban sin ninguna norma de higiene. Por otra parte, la mercadotecnia moderna condujo a los distribuidores de gaseosas a manejar los conceptos de exclusividad y bajo los mismos, suministraban a los pulperos un refrigerador sin costo alguno, bajo la condición de que en los mismos sólo se manejaran los productos de la empresa. En tercer lugar, la Dirección General de Ingresos abandonó la flexibilidad para el régimen bajo el cual operaba esta industria. De esta forma, los fabricantes artesanales de bolis poco a poco fueron desapareciendo del mercado.

Actualmente, a pesar de todo, el boli ha logrado subsistir. A igual que las chibolas, los bolis fabricados artesanalmente, tal como se conocieron en el pasado, sólo se encuentran a manera de reliquias en pocos lugares, como en el mercado oriental. El uso más generalizado del boli, comercializado de manera informal es el del agua helada, que a pesar de todos los embates, subsiste en cada semáforo de la capital.

En el comercio formal, las fábricas de productos lácteos Parmalat y Eskimo, para aprovechar sus sistemas de comercialización y distribución y en especial una red de pulperos con refrigeradoras, así como también sus normas de higiene, mantienen una línea de producción de bolis a precios económicos. De esta manera, se encuentran el Glu-glu, que es el típico boli y la Chocolita que es la leche achocolatada, fabricados por Parmalat, mientras que Eskimo produce refrescos de fruta, leche saborizada y el Rolin Pin, fabricado con sub productos de sorbetes.

Al recordar a los bolis, más que añorar aquellas aguas chachas congeladas, echamos de menos la capacidad de asombro que teníamos en ese entonces, que con el tiempo parece que hemos perdido, pues en estos días hasta se clonaron unos perros por encargo y ni fu ni fa.

5 comentarios

Archivado bajo cultura, lenguaje, Nicaragüense

5 Respuestas a “E pur si boli

  1. Interesante artículo.

    Hoy sabemos que el plástico se degrada en 500 años. La gente, aquí en Nicaragua, suele tirarlo por cualquier lado, ahora se suman las botellas y las bolsas que contuvieron agua…

    Salud♥s

    Me gusta

  2. Oswaldo Ortega

    En los años 80 presencié la degradación de nuestros licores nacionales ya carentes de un control de calidad y saturados de éter ofrecidos en bolsas plásticas a un consumidor que agobiado por el racionamiento y amenazado por un feroz reclutamiento, encontraba un alivio en aquel improvisado «high ball» que sin encontrar la justa medida con el sorbo que se daba a la gaseosa fue causa inmediata de aquellas escenas dantescas de fin de semana de calles tapizadas de borrachos en proporción aritmética al número de bolsas vacías que podían contarse por docenas.

    Me gusta

  3. luis sanchez

    hola yo tengo una pulperia y ha mi me parace que es nuy mala la atencion de los vendedores bueno llegaron ami pulperia no estaba yo estaba mi hermano y yo fui al camion y les dije mae dame 100 leche con chocolate y me dijieron nosotros lla legamos y nos dijieron que no y les dije yo no estaba anda hombre anda dejalas y dijieron anda trae un balde y te las llevas y yo me fui enojado y dije si quieren vender que vendan y si nono a ellos les conviene por que se les va aperder la leche chocolate mala atencion pesima
    bye luis sanchez pulperia luis barrio santa ana 3 callejon santa ana sur. a qui es sano mi barrio.

    Me gusta

  4. Hubert

    Hola es interesante tu narrativa hacerca del bolis yo vivo en florida estados unidos, mi papa comenso con una pequeña fabrica de bolis a principios de los 90’s hasta el dia de hoy subsiste pero los envates de la economia ha mermado su productividad, pero aun se vende.

    Me gusta

  5. Ana

    Esta exelente toda esa ivestigacion, pues aprendí algo nuevo para mi en cuanto al origen de lo antes mencionado.
    Pero en lo particular creo que todo ser humano tiene derecho a ganarce la vida , si los bolis son agua chacha creo hay que dar algunas ideas a estas personas para que los mejoren sus productos, y sean mas naturales. Lo malo no esta en utilizar el plástico porque es de gran ayuda.,pero lo que hay que enseñar a las gentes es la educación, a que deben depositar la basura en su lugar, cobrar multas, etc, porque no solo en este país se usa el plástico, pero la gente está educada y no se ven esas bolserías tiradas por todas partes.

    Me gusta

Deja un comentario