El Gran Firuliche

Firuliche

Entraba al pueblo a hurtadillas.  Nunca nadie lo vio llegar.  De repente, el aroma que llegaba desde los cafetales empezaba a mezclarse con un extraño olor que a veces parecía el de animales hacinados, a veces el de trapos húmedos y a veces el de sudor.  Las viejas, que tenían un olfato privilegiado, inmediatamente comenzaban a decir: -huele a circo. 

Los únicos sorprendidos éramos los niños.  Era época de vacaciones en la escuela y la quietud en las calles se rompía cuando una voz amplificada por un megáfono metálico, grande como un embudo de aljibe, empezaba a exclamar: “Llegaron los payasos, llegaron los trapecistas, llegó el circo, llegó la alegría”.  Luego se iniciaba una procesión al ritmo de una mínima banda en donde predominaba un saxofón y que era encabezada por un equilibrista montado en unos gigantescos zancos; luego venía toda la troupe y en el centro, como un rey, desfilaba con la frente en alto y sacando pecho el gran Firuliche, figura central del espectáculo y propietario del circo más famoso de Nicaragua.   

En un momento el cortejo se multiplicaba con la muchachada que felizmente seguía a los payasos y recorría las principales calles del pueblo, ante las miradas, a veces complacientes a veces desconfiadas, de las amas de casa que dejaban sus tareas para salir a observarlo.  Los señores por su parte se mostraban entusiasmados al ver a las sensuales “rumberas”, bailarinas que siguiendo los pasos de Tongolele y Ninón Sevilla, vistiendo minúsculas vestimentas vistosamente adornadas, se contorsionaban frenéticamente al ritmo de mambos o merengues. 

La llegada del circo despertaba una serie de mitos y leyendas que circulaban de pueblo en pueblo, como el disparate de que si alguien asistía a la función con la camisa al revés, el trapecista irremediablemente se caía.  También se hablaba de que el burro Torcuato, compañero inseparable de Firuliche, era en realidad un jovenzuelo a quien un brujo había convertido en animal.  Otros hablaban de una “rumbera” que a mitad de su danza había entrado en trance y poseída por un espíritu maligno se había despojado de su vestimenta, quedando en traje de Eva, ante la mirada atónita de la audiencia y la lascivia de los señores, hasta que el maestro de ceremonias intervino tapándola con una alfombra. 

Mi asistencia a la función del circo era motivo de un extenso debate en mi casa, en donde mis abuelos y mis padres discutían sobre el pulguero que desataban los animales, el vocabulario non sancto de los payasos, el erotismo de las “rumberas”, lo insalubre de la carpa y temas aledaños; sin embargo al final siempre obtenía la visa de salida y el dinero para la entrada, no sin antes recibir una batería de recomendaciones. 

El circo se instalaba en un solar ubicado una cuadra al este de lo que hoy es la entrada principal del Ave María College.  A pesar de que San Marcos no era una plaza tan apetecible como Jinotepe, el circo lograba una aceptable asistencia.  Nos situábamos estratégicamente en las tablas que servían de butacas y esperábamos impacientes el inicio del espectáculo. Durante cerca de dos horas observábamos atentos los atrevidos actos de los trapecistas, los bailes sensuales de las “rumberas”, las acrobacias de un personaje cuyo nombre no logro recordar, pero que era el as de la rola-rola, los actos sorprendentes de un prestidigitador, la actuación de la gran Tulita que con los dientes maniobraba unas sillas de madera, las cuales pasaba por encima de su cabeza y las disparaba metros atrás de su escultural figura.  No obstante, lo más esperado era la aparición de Firuliche y sus payasos, entre los que recuerdo a Rabanito, Zocotropo y Pochi Pochi.  Firuliche robaba la atención de toda la audiencia con sus chistes y sus actuaciones con el burro Torcuato, que era tan listo que todos creían lo del cuento del muchacho embrujado y si todavía estuviera vivo, ya la UNI le hubiera concedido un honoris causa.  Sus canciones provocaban interminables risas del auditorio, en especial la que hablaba de una bicicleta, aunque nunca supe si eran parodias u originales.  

Salíamos contentos de la función y por muchos días era el tema obligado entre la gente del pueblo, cada quien relatando aquello que más le había impresionado.  La alegría que nos traía el circo nos duraba al menos hasta la entrada a clases. 

Después de una semana, de la misma forma en que llegaba, así también desaparecía el circo de Firuliche.  Una mañana amanecía el solar vacío y nadie más volvía a saber del circo hasta el año siguiente.  

En una ocasión, cuando el circo llevó el espectáculo de la Gran Tulita, un maestro del pueblo llamado Camencho se enamoró perdidamente de la acróbata y desapareció del mapa.  Dicen que anduvo de ayudante, luego de equilibrista, el caso es que muchos años después, cuando corrieron los rumores de que la Gran Tulita se había desnucado, regresó al pueblo y nadie logró arrancarle la verdad sobre su estancia en el circo.  Otro año, Melba Quant, también se perdió y cuentan que la vieron de trapecista cuando el circo llegó a Estelí. 

Creo que es difícil concebir la niñez de muchos nicaragüenses sin la presencia de Firuliche, la ilusión que provocaba su circo y la alegría que momentáneamente pero a manos llenas le llevaba al pueblo. 

Es la fecha y todavía algunos nicaragüenses reflejan instintivamente el espíritu de Firuliche, ocurriendo con mayor frecuencia en el mundo de la política.  Hace algunos años, trabajé con un Ministro que súbitamente se transformaba en la viva imagen del genial payaso.  Hubiera sido grandioso si lo hubiera hecho en una carpa, sin embargo, en un Despacho Ministerial parecía una escena kafkiana.  La solemnidad que suelen darle estos funcionarios a su cargo, estaba en su caso trastrocada por una actuación firulichesca, llena de chistoretes, salidas según él graciosas, canciones y demás manifestaciones histriónicas.  A veces su traje, que parecía  donado por el Salvation Army, invitaba a mirarle a los pies, para ver si calzaba aquellos zapatotes combinados del inolvidable payaso.  Cuando era entrevistado por los medios de comunicación, respondía con una canción o con una anécdota que no venía al caso, presumiendo además de una memoria prodigiosa al inventar datos y espetarlos con el mayor desparpajo con el detalle de cinco decimales, poniendo a “parir chayotes” al departamento de estadísticas, que hacía malabares para que los medios no descubrieran el “tapazo”.  Se hacía acompañar de un tipo que hacía de su comparsa y que en ocasiones me hacía evocar al espectáculo con Torcuato.  También era todo un show ver los rostros incrédulos de los representantes de la cooperación internacional, durante sus pintorescas intervenciones.  Esto nos enseña que no es lo mismo un payaso que administró bien su circo que un Ministro bien payaso que creía estar en un circo.  

Ahora que tengo la oportunidad de ver por la televisión el tremendo espectáculo del Cirque du Soleil, que me deja atónito, recuerdo con más cariño aquel circo de carpa remendada, piso de tierra, asientos de tabla de madera y si me dieran a escoger entre una entrada VIP al Cirque y volver a ver a Firuliche (el original), sin pensarlo mucho elegiría a este último.  

13 comentarios

Archivado bajo cultura, Nicaragüense

13 Respuestas a “El Gran Firuliche

  1. «Creo que es difícil concebir la niñez de muchos nicaragüenses sin la presencia de Firuliche, la ilusión que provocaba su circo y la alegría que momentáneamente pero a manos llenas le llevaba al pueblo».

    Igualmente lo creo. Gracias por los recuerdos.

    Salud♥s

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  2. Pedro Coronado

    Muy buen artículo Maestro. De repente me transportó como cincuenta años atrás, en donde con mi hermana iba a ver a Firuliche y sus artístas. Dicen con razón que todo tiempo pasado fue mejor y estos inigualables escritos nos hacen ver el pasado tan presente que lo seguimos añorando. En cuanto a los políticos creo que muchos no son más que malos payasos, pero peores son aquellos como el de la UNI que reparte los honoris causa. Un gran saludo

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  3. Sara

    Es triste ver que el circo, como un elemento básico de la cultura popular, va cediendo paso a los payasos de franquicia. Estos seudo payasos, que no le llegan a los talones a Firuliche, trabajan en coordinación de las grandes trasnacionales como la Pizza Hut y otras y se ponen al alcance del bolsillo de las clases pudientes.

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  4. Jose

    En los 60’s, llegaba a un patio vacio cerca del cine Managua,para ser mas exacto del Managua una cuadra al lago y una arriba. Tendria yo unos 13 anos, y aun me acuerdo que cantaba una cancion que hablaba de una de un soldado en guerra, que se separo de su peloton. Y llego a una casa donde habitaba una viejita. Y por la noche compartio la cama con el soldado, a media noche la viejita lo abrazaba y le decia » Ay…! soldado soldado soldado no te apartes de mi lado» Otra cancion era la del » Golpe del bijagua yo la bailo asi! Y se ponia a bailar mejor que Cantinflas. Con este comentario estoy reviviendo mi infancia. A que tiempos…!

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  5. Javier

    Hola amigos he llegado aqui buscando informacion sobre firulichi soy salvadoreño, pero uno de los grandes payasos de mi pais, toma como ejemplo y profesor al gran Firulichi del que yo desconocia hasta ahora, es cierto que es el UNICO payaso centroamericano en estar en la galeria de Moscu? si es asi que grande ha de ver sido , saludos amigos hermanos

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    • Richard Cooper

      HOLA Soy Salvadoreño y muy en particular me han hecho imaginar como fueron esas infancias que no me imagino si quiera que alegria les daba llegar a los dias sin escuela para verlo, pero yo quiero saber sobre unos personajes en especial si alguien recuerda al Prestidigitador e Ilusionista y a Conchita su acompañante que entregaba rosas con los ojos vendados y al parecer cantaba con tremenda voz, agradeceria mucho ese dato.

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  6. Mario Arguello

    Gracias por su tan pintoresco y peculiar escrito que me ha hecho regresar 40 anos atras al pueblo donde pase mi ninez. Como anecdota personal, recuerdo haber alludado en el descargue de todos los cachivaches que acarriava dicho circo con la esperanza de conseguir la entrada gratis a la primera presentacion. Recuerdo que el circo en ese entonces como usted menciona se instalaba en un terreno baldio frente de la escuela anexa de la normal de senoritas en San Marcos. Particularmente me acuerdo que por estar gozando de una de las funciones a mi hermanor mayor y a mi se nos olvido por completo nuestro hermano menor y que al percatarnos despues de un ratos nos dimos cuente que se habia cahido desde las ultimas gradas donde estabamos sentados. Gracias a Dios, no le paso nada. Por supuesto mi mama no se dio cuenta hasta cuando ya viejos entre risas y recuerdos le contamos lo sucedido.

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  7. MARIA

    ME ACUERDO DE LA CANCION CON REAL Y MEDIO. ESE CIRCO ERA FABULOSO. AÑOS QUE NO VOLVERAN Y ME ACUERDO LAS GRANDES FILAS PARA ENTRAR AL CIRCO . FIRULICHE AMO JINOTEPE, SI NO ME EQUIVOCO DOS O TRES HIJOS DE EL ESTAN ENTERRADO EN JINOTEPE Y CREO QUE EL TAMBIEN.

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  8. sazacé mcnally

    Me gusta este sitio, uno lee una historia y busca las anteriores. Se pega del sitio. Buenos escritos. Yo escribo también. Creo que ya nace uno con su facilidad para la pluma. Saludos. saza.

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  9. Richard Cooper

    quisiera saber si alguien posee mas fotos del circo o sus personajes que pudieran compartir

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  10. Oscar Martinez A.

    Si mal no recuerdo, el circo de Firuliche fue el primero que conoci. Cuanta alegria me causaba de niño, ver y oir a los payasos, los trapecistas y las bailarinas. La verdad que esta lectura me ha llevado a tiempos pasados y sentir esa clase de alegria infantil. Recuerdo a Firuliche de payaso, que si mal no recuerdo era salvadoreño, pero era conocido en todo Nicaragua. Yo tambien preferiria ir a una funcion una vez mas del Circo de Firuliche y dejaria para otra ocasion ir al Cirque du Soleil

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  11. Ronaldo Illescas

    Excelente narrativa de la impactante presencia del circo en los pueblos nicaraguenses.Me remonta a los años 60 y me identifica con todos los momentos y emociones vividos en mi natal Diriamba.El circo Firuliche era mi favorito pero con tan mala suerte que en una ocasión que nos visitó fue castigado por los violentos vientos propios de mi pueblo en los meses de enero.Se corrió el rumor en ese entonces que la gente que apreciaba al circo se ofrecieron para ayudar a Firuliche económicamente y restaurarle su carpa de mucho valor.A manera personal puedo decir que a mi me hizo sentir triste e impotente,con deseos de brindar mi colaboración pero mi corta edad me lo impedía.El circo significaba la alegría, la expectación,la novedad de aquel pequeño pueblo,pacífico y sano,libre de drogas y crimenes de toda índole.
    El circo era casi una magia.Vivan los circos.

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