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Pérez Prado for export

Mucho se ha discutido respecto a la paternidad del mambo y miles de artículos se han escrito sobre este tema y será muy difícil que algún día los musicólogos se pongan de acuerdo en este sentido.  Lo que no está a discusión es que el Rey del Mambo, fue y seguirá siendo Dámaso Pérez Prado.  Con una trayectoria artística de cerca de cinco décadas, este intérprete, director, arreglista y compositor de origen cubano y radicado posteriormente en México, dejó una huella indeleble en la música latinoamericana contemporánea.

Para abarcar todo el legado musical de Pérez Prado, el popular Car´e foca, como se le conocía en el ambiente artístico, se necesitarían libros completos, esfuerzo que ya ha sido realizado por diversos autores.  Lo que en este articulo quiero resaltar es la genialidad con que este singular artista logró dominar a las audiencias norteamericana, inicialmente y mundial posteriormente.  Es decir, la sensibilidad extrema de este artista para llegarle al gusto tan particular de esas audiencias en un determinado momento.

El gran músico cubano llegó a México en 1948 y en poco tiempo logró cautivar al público mexicano y por ende al latinoamericano que bebía de la misma fuente a través de la música tropical.  No obstante, a inicios de los años cincuenta circularon en el ambiente artístico mexicano dos leyendas urbanas que con el tiempo se han ido disolviendo.  La primera era que el popular Cantinflas había filmado una película sobre Jesucristo y que la Iglesia Católica había gestionado la prohibición de su proyección y la segunda era que Dámaso Pérez Prado se había atrevido a manejar una versión en mambo del Himno Nacional de esa nación lo que causó la ira dela Secretaríade Gobernación.  Lo que fue cierto es que en la década de los cincuenta, Pérez Prado se mudó a los Estados Unidos en donde logró alcanzar la fama que ningún artista latinoamericano había alcanzado antes.

Una de las situaciones que enfrentó en esa época el gran Car´e foca es que las regulaciones norteamericanas le obligaron a manejar en su orquesta a músicos registrados en la asociación de músicos de aquel país y lo único que le liberaron, por carecer de esa especialidad, fue a sus percusionistas cubanos.  Con esa restricción Dámaso comprende que el mercado norteamericano tiene particularidades que merecían un enfoque diferente y seleccionó un tema de origen francés para que fuera su punta de lanza en los Estados Unidos.  El tema se llamaba Cerisier Rose et Pommier Blanc, del músico catalán de origen italiano Louis Guglielmi, conocido también como Louiguy y que había compuesto la música de La vie en rose, que inmortalizara Edith Piaf.  Esta canción ya había sido arreglada en diversas versiones en Estados Unidos bajo el nombre de Cherry Pink (and Apple blossom White), una de ellas a cargo de la orquesta Jimmy Dorsey.  Con una gran sensibilidad artística Pérez Prado realizó un arreglo con un ligero sabor a cha-cha-cha, en donde una trompeta lleva la melodía principal y que realiza un efecto que pareciera un bostezo para luego retomar la melodía.  El trompetista que logró ese efecto fue el gran maestro de ese instrumento Billy Regis.  Para el tiempo en que Pérez Prado grabó esa versión de Sherry Pink, el magnate Howard Hughes estaba produciendo una película en donde combinaba la sensación de la fotografía submarina con la sensual actuación de Jane Russel, habiendo seleccionado el tema de Pérez Prado para que fuera el tema de la película que llevó el título de Underwater, con una escena al final en dondela Russel baila cadenciosamente la canción.

La popularidad de Cerezo Rosa, como se tradujo al español, creció vertiginosamente en los Estados Unidos y en poco tiempo logró colocarse en lugares destacados de los pop charts por 26 semanas consecutivas, de las cuales diez semanas correspondieron al primer lugar y tan sólo pudo ser destronada por el gran hit del rock and roll de Billy Haley: Rock around the clock.  Ningún artista latino había logrado semejante triunfo, además que la RCA le otorgó el disco de oro por las ventas de Sherry Pink.  Este logro le abrió las puertas a Pérez Prado quien viajó por toda la Unión Americana presentando su música y desde luego Sherry Pink.  Parece que el trompetista Billy Regis en determinada ocasión sintió celos de que todas las ovaciones se las llevaba Pérez Prado y se separó del grupo.  En ese momento se dio la gran coincidencia de que Car´e foca conoció a un trompetista de origen nicaragüense que se había radicado con cierto suceso en los Estados Unidos.  Su nombre era Jaime Calderón.  El trompetista pinolero logró interpretar a la perfección el solo de trompeta de Sherry Pink y así se convirtió en parte de la orquesta de Pérez Prado por varios años.

Jaime Isaac Calderón era oriundo de Niquinohomo, Departamento de Masaya, Nicaragua y de acuerdo a lo que me comenta Don Juan José Valerio de esa localidad, Jaime Isaac desde pequeño dio muestras de su talento musical, el cual heredó de su familia pues muchos de sus miembros también fueron destacados músicos.  Después de ser parte integrante de la banda de “chicheros” de Niquinohomo, se trasladó a Jinotepe, en donde formó parte de la legendaria orquesta Jazz Carazo y posteriormente junto con un grupo de artistas nicaragüenses se fue a los Estados Unidos, como decían antes, a rodar fortuna.  Me cuenta Don Juan José que estando todavía con Pérez Prado, Calderón se encontraba interpretando una melodía que requería demasiada energía, cuando cayó víctima de un accidente cerebral, lo cual minó su salud y a inicios de los años ochenta falleció de un infarto al miocardio.

El mejor homenaje a Jaime Isaac Calderón, se encuentra tal vez en un video (ahora en Youtube) en donde Dámaso Pérez Prado al anunciar que su orquesta interpretará el clásico Sherry Pink, hace la aclaración de que el solo de trompeta estará a cargo de Jaime Calderón.  Algo que Pérez Prado no hacía regularmente. En dicho video se observa la maestría de Calderón, cuya interpretación del solo de Sherry Pink no tiene nada que envidiarle a la de Billy Regis.

En 1958 Pérez Prado lanzó un nuevo hit al mercado internacional.  Se trataba de un mambo al que llamó Patricia y en el cual estudió profundamente el arreglo necesario para impactar al público internacional.  No se trataba de un mambo tradicional, sino que de una pieza con un ligero toque de mambo en donde el instrumento que llevaba la melodía era un órgano.  Pérez Prado, a pesar de que muy poco se resalta, era un excelente tecladista y para muestra un botón, pues la versión en piano de El Manicero a cargo de este artista es inigualable.  En esa época el órgano no se acostumbraba en la música popular, sin embargo, Pérez Prado logró un tema exquisito, con ritmo candente y que inmediatamente cautivó a todas las audiencias.  Con este tema, Pérez Prado también logro colocarse en el número uno de los hit parades de los Estados Unidos y posteriormente de Europa.  Aprovechando la fiebre que Patricia había causado en todo el mundo, Pérez Prado lanzo dos temas de gran trascendencia.  En 1958 realiza un arreglo de una canción napolitana de Giuseppe Fanciulli cuya letra había compuesto Nicola Salerno y que había ganado el primer lugar del IV Festival de la Canción Napolitana en 1956.  El título de la canción era Guaglione, que en el dialecto napolitano quiere decir “muchaho de la calle” o tal como se tradujo al español Chamaco.  Pérez Prado realizó un arreglo muy bien logrado, en donde nuevamente introduce el órgano para darle una combinación sin igual al conjunto de trompetas, con un sabroso ritmo con un toque ligero de mambo, al igual que Patricia.  Este tema tuvo una gran acogida, sin embargo, su mayor éxito lo logró en 1995, cuando la Cerveza Guiness utilizó el mambo para un comercial de su producto.   En 1959, Pérez Prado compuso el tema Why wait, orientado al mercado internacional, en donde cambió completamente la estructura musical utilizada anteriormente, dejando el ritmo a las cuerdas eléctricas, un poco al estilo que hiciera famoso a Bert Kaempfert, dándole mayor fuerza a la sección de trompetas, logrando un tema lleno de ritmo y sabor.  Esta canción se hizo popular en Nicaragua pues los publicistas de aquella época la utilizaron para un comercial de los Pollos Tip Top, que repetía: “Compre usted pollitos Tip-Top”.

A finales de 1959 se encontraban reunidos el gran cineasta italiano Federico Fellini y su compositor de cabecera Nino Rota, estructurando lo que sería el fondo musical de la cinta que cambiaría totalmente el estilo de Fellini: La dolce vita.  Al director le había entusiasmado el ritmo del mambo internacionalizado por Pérez Prado y le trasmitió la inquietud a Rota, que con su genio musical seleccionó dos temas de Car´e focaPatricia y Why wait, utilizando el primero para dos escenas clásicas del film, el encuentro de Marcelo Mastroianni con una chica que en un restaurante de playa insiste en disfrutar del tema mientras él quiere dar rienda suelta a su vocación de novelista y una segunda vez, durante el famoso strip tease  de Anouk Aimée.  Luego en forma magistral Nino Rota arregla un tema final de la película en donde combina el leit motiv de la banda sonora, con Why wait.   La banda sonora de La dolce vita se convirtió en un clásico y desde luego la fama de Pérez Prado se elevó todavía más y se dice que por mucho tiempo en los antros europeos, el tema favorito para los strip tease fue Patricia.

En los años setenta, el insigne director regresó a México en donde retomó a su audiencia latinoamericana y en donde permaneció hasta su muerte en 1989.  En el año 1982, caminando yo por la céntrica calle de Francisco I. Madero, en el centro de la Ciudad de México, tuve la suerte de encontrarme al legendario Dámaso Pérez Prado, vistiendo estrafalariamente, con unas botas de grandes tacones para aumentar su tamaño y caminando con cierta dificultad.  Era impresionante el respeto de todos los transeúntes que a su paso le saludaban: ¡Maestro! y él levantando apenas su mano les regresaba el saludo.

En este vertiginoso siglo XXI ya pocos individuos menores de cuarenta años conocen a Pérez Prado, salvo tal vez por el cover que recientemente realizó Lou Bega del Mambo No. 5, sin embargo, para los veteranos, musicólogos e investigadores es un tema obligado.  Los más acuciosos podrán hacer esa necesaria separación de su música, como el Mambo No. 5, el Mambo del Politécnico, Qué le pasa a Lupita, El mambo del taconazo, de temas como Cerezo Rosa, Guaglione, Patricia, Why wait y Mambo en sax, entre otros.

Para los que mantenemos siempre en la memoria a tan insigne músico, se nos ocurre que sería interesante que en la Nicaragua de hoy, de repente se escuchara en todo el territorio nacional aquel clásico pick up que Dámaso Pérez Prado utilizaba para provocar la entrada de su orquesta con todo el swing, cuando al gritar: “Dilo”, en su garganta se transformaba en un sonoro: ¡Aauughh!

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