Parte III. Una quinta llamada Angélica

Quinta Angélica El Crucero Nicaragua

En 1965 el Dr. Julio Ricardo Aguilar Montalbán era Oficial Mayor del Ministerio de Economía, siendo Ministro el Lic. Ernesto Navarro Richardson.  El Dr, Aguilar era un joven abogado, hijo de Don Antonio Aguilar y de Doña Angélica Montalbán, que fue superando en su profesión a punta de trabajo.  Había iniciado siendo profesor del Instituto Ramírez Goyena y luego fue ocupando cargos en la administración pública hasta llegar a ser funcionario de primer nivel

Era casado con la Profesora Leonor Guerrero con quien procreó cinco hijos.  En esos años vivía en el Reparto Loma Verde de Managua, en lo que hoy son las inmediaciones de la Firestone Linda Vista.

De alguna forma, el Dr. Aguilar se enteró del interés de la familia Caligaris de vender la casa que tenían en la Carretera Panamericana Sur y el abogado negoció con ellos la compra venta, de tal manera que en 1965 la ya famosa casa pasó a ser propiedad de la familia Aguilar, quien al tener planeado ocuparla para pasar ahí los fines de semana, inició su remodelación.  Los viajeros que ocasionalmente transitábamos por esa carretera fuimos observando cómo la casa que estaba en total abandono, poco a poco fue transformándose hasta recobrar su elegancia y al final lució por primera vez un nombre: “Quinta Angélica”, llamada así en honor a la madre del Dr. Aguilar, la Sra. Angélica Montalbán de Aguilar, además que una de las hijas del abogado lleva también el misma nombre.

A partir de entonces, la casa ya remozada empezó a lucir con movimiento, ya se observaba iluminación en la propiedad y la presencia de los cuidadores le daban una apariencia completamente diferente, cobrando una mayor vida en los fines de semana que la familia Aguilar llegaba a disfrutar del envidiable clima del lugar.

A pesar de la nueva imagen de la otrora tenebrosa casa, los viajeros que pasaban a su lado nunca olvidaron la fama a la que se había hecho acreedor el inmueble y quedó marcada como la casa embrujada, a pesar de que al estar restringido el paso a su interior, no habían más relatos de experiencias de terceros respecto a situaciones paranormales.  No obstante, los eventos extraños en la zona no desaparecieron del todo.

Al contrario de la obertura de Franz von Suppé, Poeta y campesino, el Presbítero Pío Manuel González y Mendoza era poeta y millonario.  Sus tías y protectoras, las Señoritas Mendoza, propietarias de casi la totalidad de los terrenos de Bolonia, lo declararon heredero de sus bienes y de esta manera, el padre Pío llegó a poseer una interesante fortuna en metálico y en terrenos.  Vivía en el Barrio Santo Domingo, cerca del Fénix, un cine quinta categoría del cual también era dueño.  El padre Pío, era amante del savoir vivre, sus sotanas eran de casimir inglés, confeccionadas en Savile Row, en el mismo centro de Londres y había realizado viajes a los lugares más exóticos del mundo, superando tal vez a Marco Polo.  A mediados de los años sesenta, decidió tener una casa para pasar los fines de semana en la mayor tranquilidad y con un buen clima, así que no le costó mucho mandar a construir un lugarcito en una propiedad que tenía en El Crucero.  Para salirse del uso corriente de la época, bautizó a la casa no como quinta, sino como Villa Mendoza, en honor a sus tías que le habían heredado su fortuna.  Así que muchas veces al pasar por El Crucero, casi enfrente de la iglesia del lugar, se miraba el imponente Buick Electra del Padre Pío.

El Padre Pío había sido cura párroco de San Marcos y Diriamba, en donde había gozado de mucho aprecio, en especial en esta última en donde había contribuido a la construcción de la Basílica de San Sebastián.  Mientras estuvo en el pueblo llegó a cultivar una buena amistad con mis abuelos, misma que mantuvo hasta la muerte de estos, dedicándoles en esos momentos, sendos poemas, muy buenos por cierto, lamentando su partida.  Cuando la vejez comenzó a mostrarle sus achaques, buscó a mi padre para que lo tratara y se convirtió en un asiduo visitante de nuestra casa.  En cierta ocasión, a finales de los sesenta, el Padre Pío estaba en San Marcos en consulta con mi padre y afuera esperaba su conductor y guardaespaldas.  Era un tipo muy canoso para su edad que tenía la pinta de un agente de la KGB, portaba siempre una pistola automática y se mantenía en actitud de alerta. Lo saludé y empezamos a conversar, pues era un tipo que sabía mucho de automóviles.  En la conversación me mostró su preocupación por lo que había sucedido una semana atrás.  Estaba en Villa Mendoza con el padre y parte de su troupe, cuando llegó al portón de la entrada una señora a golpear insistentemente.  Al llegar a averiguar qué se le ofrecía, la señora preguntó por el padre, pues necesitaba que le diera la extremaunción a un moribundo, pues el cura que eventualmente oficiaba en la iglesia de El Crucero, no se encontraba.  Le pasó el mensaje al Padre Pío y éste, a pesar del frió y de la niebla no pudo rehusarse.  Tomó un bolsito y le solicitó al conductor que lo llevara a donde indicara la señora.  El Buick Electra enrumbó hacia Managua y luego de pasar la entrada hacia El Boquete, después de la curva que tuerce hacia la izquierda, en la banda oeste de la carretera se detuvieron.  El padre descendió con la señora y entraron a una casa casi en ruinas. Estaba muy oscuro y el conductor los acompañó hasta cierta distancia, donde entre las penumbras se miraba a un individuo acostado en un petate.  Para no interferir con el ritual, el conductor se quedó a cierta distancia mientras el Padre realizaba su oficio que culminó cuando le dio los últimos sacramentos.  Por suerte todavía le quedaban en la bolsita. Luego después que la señora le agradeció al Padre, partieron de regreso a El Crucero.

La semana siguiente, el Padre Pío consiguió en Managua un paquete de víveres de aquellos que daba Cáritas y se los iba a llevar a la señora en cuestión, sin embargo, cuando buscaron en la casa donde creyeron que estuvieron, no había absolutamente nadie y estaba prácticamente en ruinas.  Se regresaron un poco hacia Managua hasta la Quinta Angélica y el cuidador les comentó que hacía años que no habitaba nadie ahí.  Volvieron a recorrer el trayecto, pues creían que se habían equivocado de dirección pero descubrieron que en esa banda de la carretera no había otra casa hasta llegar a El Encanto, un par de kilómetros adelante.  Así pues aquel grandullón guardaespaldas, que parecía poder derribar de un solo golpe a James Bond o a Jack Bauer, no alcanzaba su paz interior después de aquel extraño episodio.

Para 1972 el Dr. Aguilar se había separado de su esposa y había formado una nueva familia, de tal forma que después del terremoto de diciembre y mientras lograba reubicarse y reponerse del trauma del susto, se trasladó con ellos a la Quinta Angélica en donde pasó un par de años, antes de regresar a la capital.

A finales de 1976 se detectó la roya del café en fincas de Carazo, lo cual motivó al gobierno a tomar medidas para tratar de detener el avance de esta plaga al resto del país.  Dentro de estas medidas estaba la fumigación de automóviles que salían del perímetro establecido.  En determinado tiempo, sería a inicios de 1978, uno de los retenes de fumigación fue colocado exactamente en el kilómetro 22.4 de la carretera sur, casi frente a lo que había sido la casa de la familia Cabrera y ahí se instaló una cuadrilla que invariablemente contaba con la presencia de un miembro de la Guardia Nacional, que Garand en mano obligaba a detenerse a los vehículos que viajaban de sur a norte, para fumigar la parte inferior de los mismos.  Una noche, después que el tráfico por la carretera quedó reducido a cero, la cuadrilla se resignó a simplemente montar guardia por si un viajero desperdigado bajaba a Managua.  De repente, empezó a escucharse un extraño ruido, que comenzó como si el viento aullara, pero el ruido empezó a cambiar de tono, volviéndose luego un crac, crac, grave, seco y fuerte y luego un extremo silencio.  Minutos más tarde, se escuchó como si una multitud estuviera abriéndose paso entre los cafetales.  El guardia montó su Garand y se dirigió hacia donde se escuchaba el ruido y minutos después se escucharon cinco disparos.  Dos miembros de la cuadrilla se adentraron en el cafetal para curiosear, mientras el otro se quedó en el retén.  Tardaron unos cinco minutos tratando de encontrar el origen del ruido pero al no hallar nada regresaron a la carretera en donde el individuo que se había quedado en el retén yacía en el suelo.  Se acercaron y observaron que estaba muerto; tenía los ojos abiertos, desorbitados y una expresión de terror en su rostro.  Uno de sus compañeros corrió hasta El Encanto en donde el cuidador tenía una motocicleta y lo llevó a El Crucero para dar parte al comando de la Guardia Nacional.  Horas después llegó una camioneta que trasladó el cadáver a Managua.  Por la edad que tenía el hombre muerto, 54 años, el dictamen final fue que había fallecido de un infarto al miocardio, nadie le puso cuidado al relato del resto de la cuadrilla.

El Dr. Aguilar siguió trabajando en la administración pública ocupando cargos importantes hasta 1979, cuando llegó a su climax la insurrección popular.  Al ver que los jóvenes guerrilleros empezaron a realizar ejecuciones sumarias, se empezó a preocupar.  La noticia del “ajusticiamiento” del Dr. Rafael Saavedra, Director de Aduanas y su hijo en la Colonia Máximo Jerez, fue la gota que derramó le vaso, por lo que decidió refugiarse fuera de Managua.  Se dirigió a la Quinta Angélica, creyendo que sería su mejor escondite, pero al llegar se dio cuenta que un comando se había apoderado el inmueble.  Aparentemente ahí estaba funcionando una radio clandestina llamada Venceremos o algo así, de tal forma que el Doctor no tuvo más remedio que regresar a Managua y buscar refugio en la embajada de Venezuela en donde logró el asilo para él y su nueva familia.  Al conseguir el salvoconducto correspondiente, el abogado viajó a ese país sudamericano en donde vivió hasta mediados de los años noventa.

Así pues durante los ochenta la Quinta Angélica fue ocupada por miembros del ejército y cuando el deterioro llegó a su límite, la abandonaron y la casa volvió a adquirir el toque macabro de los años cincuenta.

Debo aclarar que llegué a conocer a la familia Aguilar a través de la familia de mi esposa Cecilia, que llegó a Loma Verde casi en el mismo tiempo en que llegaron los Aguilar.  Por otra parte, los hijos mayores del Dr. Aguilar habían estudiado con los dos hermanos de Cecilia desde la primaria en el Instituto Pedagógico y años tarde, los hijos de estos estudiaron en el preescolar de mi suegra.  Cuando estuvimos en México, cada vez que llegaba por allá José Luis, uno de los hijos del Dr. Aguilar, pasaba a visitarnos.

De regreso en Nicaragua, a mediados de los noventa, supimos que el Dr. Aguilar había vuelto sólo a Nicaragua y había alquilado un departamentito situado de la Firestone de Linda Vista, media cuadra al este.  Algunos vecinos le preguntaban sobre lo que se decía de la Quinta Angélica y el siempre respondió que eran puras patrañas, que en esa casa nunca habían habido fantasmas; que habían llegado fuerzas tenebrosas pero que eran de este mundo.

Una tarde a finales de los noventa, serían un poco más de las seis de la tarde, yo acababa de regresar del trabajo cuando escuché un golpe seco que venía de la calle e inmediatamente una serie de chirridos de llantas de automóviles.  Me fui a asomar y a mitad de la 35 avenida, unos pocos metros hacia el sur, estaba una persona en el adoquinado.  Varios vehículos se habían detenido alrededor y los curiosos ya se estaban agolpando.  Me acerqué al lugar de los hechos y una vecina con el terror reflejado en el rostro gritaba: -Es el Doctor Aguilar.  Está muerto.   En efecto, era el Dr. Julio Ricardo Aguilar, que aparentemente se dirigía de su departamento al supermercado en la otra banda y para cruzar la 35 Avenida había seguido la temeraria técnica de la raya amarilla.  Mediante esta técnica, la persona espera a que nadie venga desde la izquierda, se cruza hasta la mitad, en donde está la raya amarilla, ahí espera a que nadie venga desde la derecha y cruza el resto del trayecto.  Sin embargo, estando en la raya amarilla, esperando a que se despejara el tránsito que venía por la derecha, el abogado no advirtió que un bus corría a toda velocidad de norte a sur y casi llegando a donde él esperaba, por alguna razón se abrió un poco hacia su izquierda, lo suficiente para impactar el cuerpo del doctor, que salió disparado hacia el carril contrario por donde circulaba una camioneta pick up de sur a norte que le dio un segundo golpe.  No pudo conocerse si el abogado ya había muerto al recibir el segundo impacto.  Al observar que no había nada que hacer, lo único que se me ocurrió fue mandar a traer una sábana y cubrir el cadáver del doctor, pues no tardarían en aparecer los buitres de la nota roja.  Le solicité a un vecino que vigilara mientras yo me dediqué a localizar telefónicamente a sus hijos para darles la infortunada noticia.

Años más tarde leí un reportaje sobre la Quinta Angélica en donde se afirmaba que la maldición de la casa embrujada había seguido a su propietario y fue quien causó el accidente en el que pereció.  Nada más falso.  Si a alguien habría que culpar de la muerte del Dr. Aguilar es a la Alcaldía de Managua, pues en repetidas ocasiones, desde hace más de quince años, los habitantes del sector le han solicitado que instale reductores de velocidad para frenar a camiones, buses y demás vehículos que toman la 35 Avenida como pista de carreras, sin embargo, más que el bienestar de los ciudadanos, ha tenido más peso la opinión de las empresas petroleras y de autobuses que lloriquean por el daño que sufrirían sus unidades al tener que pasar por los reductores.

Hace un par de semanas me encontré por casualidad con Julio Ricardo Aguilar Guerrero,  hijo mayor del Dr. Aguilar y le pregunté sobre los fantasmas que se decían habitaban en la Quinta Angélica y él fue categórico.  Durante varios años su familia pasó los fines de semana en esa Quinta y en ninguna ocasión, ni de día ni de noche, vieron o escucharon absolutamente nada fuera de lo normal.

El famoso novelista, poeta y dramaturgo austro-checo Franz Werfel dijo en una ocasión: “Para el que cree no es necesario ninguna explicación, para el que no cree, cualquier explicación sobra». Yo creo lo contrario.

No se pierda nuestro siguiente capítulo “Epílogo”

15 comentarios

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15 Respuestas a “Parte III. Una quinta llamada Angélica

  1. Escribo por ver Aguilar, ya que es el apellido de mi abuelo, que procedía de Sevilla e hizo familia en Las Palmas de Gran Canaria.
    Un fuerte saludo.

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  2. Hola, he estado pendiente de tu escrito, pero he querido contestar hasta el final para no fraccionar mi comentario.

    Me resulta muy interesante lo que narras. Infinidad de veces he escuchado lo que se dice de la Quinta Angélica (interesante el origen de la palabra quinta, no lo conocía).

    Por lo que dices que has hablado con el hijo de nombre homónimo del doctor Aguilar me parece que dicha quinta sigue en pie, sin embargo, tengo la idea de haber leído no hace tanto, que había sido desmontada. Hace muchísimo tiempo que no paso por el sector ya que he ido a Jinotepe por la otra carretera.

    La fotografía de la primera parte es impresonante, bella.

    Los muertos desorbitados -dos- no cabe duda que fueron del terror. Imaginario o no.

    Hechos como el del emblema del indio sioux no me sorprenden pues he sido testigo de algunas curiosidades de ese estilo.

    Como siempre, muy interesante lo que cuentas en este blog, y forma parte de la historia, especialmente de Managua.

    Salud♥s, felicitaciones y agradecimiento.

    .

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  3. Aquí siempre leyéndote con mucho placer, Orlando. Este blog ya se está rebalsando y a lo mejor tenés que ir pensando en pasar también a otro formato, poniendo todas estas cosas en un libro (sin abandonar el blog por supuesto) para la posteridad. Saludos, seguí adelante..

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  4. Me tenes de puntilla con este impresionante relato. Yo me acuerdo cuando viaja con mi Papa de regreso a San Marcos. Y el chofer David Jimenes (Cesar Gutierrez) siempre decia «San andres de las palancas» cada vez que pasabamos por la quinta. Cabe mencionar que chivi (el teniente) hermano de camencho. Fallecio en esos alrededores en un aparatoso accidente automobilisco. Nosotros veniamos de managua o leon. Y fuimos los primeros en llegar. Mi papa llamo por el radio-telefono del carro para pedir ayuda.

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  5. GEMA

    Podrían poner una foto de la Quinta Angélica después que la rectauró el Dr. Aguilar???? Tengo curiosidad de saber lo bien que quedó restaurada después que él la compró.

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    • william Ricardo Aguilar Cordoba

      la Quita se restauro tal cual era originaria mi papa conservo las lineas coloniales de la epoca, actualmente ya esta en ruinas es lamentable y a pesar de todo ya estamos en tramite de reconstruirla totalmente manteniendo la misma forma y fachada gracias por su atencion

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  6. william ricardo aguilar cordoba

    Muy buenas tardes y saludos a los columnistas de esta edidcion me parece muy interesante y muy acertada la mayoria de lo que en esta se cuenta ya que desmiente muchas cosas que se dicen sobre la Quinta Angelica, la cual he leido en algunos otros documentales que incluso ahi el Dr. Aguilar (mi papa) habia matado a su segunda esposa (Lilliam mi mama) y a su menor hijo (william osea yo) cosa que me causa riza ya que como veran y leeran no es asi evidentemente estoy vivo aunque a algunos no les guste la idea si estoy vivo y soy el hijo menor del Dr julio R Aguilar ya he empezado tramites para reconstruir no la quinta como tal, ya que esta totalmente destruida pero hacer una costruccion similar a la original asi como fue la ultima voluntad de mi papà, agradezco al columnista cada palabra y afecto que en ella transmite gracias y hasta la vista

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  7. william ricardo aguilar cordoba

    muy amables sus palabras de respeto a la memoria de mi papà

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  8. Socorro Silva

    E vivido en el Crucero toda mi Vida x ende conozco Quinta Angelica ,vecina d hacienda Los placeres la cual pertenecio o pertenece a la Fam.Cabrera .y toda mi Vida e escuchando Los mismos Cuentos q no pasan d eso d ser Cuentos d miedo nada mas. Quinta Agelica jamas ha estado embrujada.me constantly x q muchas veces estube ayi.

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  9. Pingback: Un lugar embrujado: Quinta Angélica en Nicaragua | Misterio Vivo

  10. Ramzeth

    Cierto o Falso ya tiene la historia y no deja de ser interesante lo que la hace fascinante para un Hotel Como dice Mr. Aguilar cordoba construirla con las lineas coloniales de la epoca, manteniendo la misma forma y fachada y un bello jardin de la epoca tambien.Y darle una propaganda por internet con su historia. No duden que yo seria unos de esos huesped del Hotel Quinta Angelica Resourse.

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  11. Ramzeth

    Me gustaria ver fotos de esos anos 40 30 and more

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  12. Miguel Rodher

    Me encantaría saber quién es el propietario actual de dicha quinta, será posible me pueda colaborar con esa información ya que he notado en sus escritos que conoce a los últimos propietarios legales

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  13. LA localización y paisaje escénico, su clima,vegetación y aun las mismas leyendas harían de este lugar un sitio muy interesante, un restaurante,de comidas rápidas típicas, museo, venta de frutas, flores, etc.etc……sus dueños deberían hacer una réplica, de la casa y sacarle provecho, es una zona con unos recursos escénicos y climáticos EXTRAORDINARIOS que inexplicablemente nadie ha tenido la visión de explotar y desarrollar.
    Me gustó la crónica de Orlando hermano de mis amigos Barruntos:Oswaldo, Ovidio, Obdulio y Orestes y por supuesto Oralia.
    Saludo
    s afectuosos a esa honorable familia.
    Evert Baltodno Ureña.

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  14. Willian, Obviamente ya no se puede hablar de restauración porque sencillamente ya no existe, sin embargo podrías hacer una réplica que le daría al lugar un gran valor.
    Apartir de la casa se podria hacer un mirador restaurante de comidas rápidas nicaraguenses, como quesillos, guirilas con cuajadas, nacatamales, vigoron, cafe, tiste, frutas,flores, etc…Con un buen estacionamiento y una buena solución vial de transición para que los clientes entren y salgan sin peligro.Yo estoy seguro que te daria resultado, me pongo a tus órdenes como arquitecto.
    Evert Baltodano Ureña
    arqebu@yahoo.es

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