Oh, diciembre alegre

San Joaquin y Santa Ana, padres de Maria

San Joaquín y Santa Ana, padres de María

De repente salto, como en bungee, a lo más profundo de los recuerdos, con un hálito de esperanza de que el tiempo no haya esclerosado esa capacidad de revivir aquellos momentos de la infancia, en donde nuestra ingenuidad, solo ella, nos pintaba el mundo de color de rosa.

Entre el vértigo y la ingravidez dentro del pozo de los recuerdos llego a revivir toda clase de sensaciones, olfativas, gustativas, auditivas y demás, que alcanzan a ubicarme con precisión en algún lugar del pasado.  Uno de estos fenómenos ocurre al caer hacia los diciembres de la niñez.

Llego a sentir el aire fresco de la temporada, un aire más puro y más frío, con el olor a los cafetales que derramaban sus frutos maduros, aroma mezclado con el olor a pólvora que se esparcía por todo el ambiente.  Oh diciembre alegre, grato y encantador… rompía el letargo de noviembre y nos llevaba al júbilo desbordante de eventos en donde los sueños y la fantasía nos visitaban jubilosos.

Aprendí a nadar en las plácidas aguas de la tradición, chapoteando al compás de los cánticos de las purísimas, descubriendo que aún interpretándolos mal, pero con una buena actitud, tenía derecho al brindis o «gorra» como también se le conoce.  Sin saber siquiera de qué se trataba la festividad, aprendí a distinguir las imágenes que adornaban los altares, vistosamente engalanados para la ocasión y que demandaban mi atención para hacer méritos y optar entre una amplia gama de alimentos o juguetes.  Mis expectativas eran tan simples a la sazón, que un alfajor me alegraba la noche dejando el exótico sabor de la mezcla de pinol, dulce, jengibre y anís, que de manera rebelde se quedaba en la boca, o bien me dormía con el somnífero sabor del limón real.

Fueron lecciones inolvidables llegar a comprender que a pesar de que la voluntad de dar era única, cada quien ofrecía aquello que estaba a su alcance y que debía recibirse con el mismo júbilo el elote cocido de la locataria del mercado, que las jugosas manzanas que ofrecía la esposa del próspero hacendado.

Y me quebraba la cabeza tratando de comprender la letra de los cánticos, que se empecinaban en flotar en las intrincadas aguas del gongorismo más puro:  Démosle al Contrario guerra; desde tu instante primero, alabemos al plácido día, porque es madre del Verbo sin huella criminal, senos propicia María, huerto cerrado donde las auras del astro aspiran, como lirio de púdico aroma, levantar al empíreo trono, y tu espíritu arroba y ensancha, en alas del Céfiro en mayo ha venido, salve templo vivo del Verbo inefable,  Luzbel que a la silla suprema anheló, ruega por nosotros pía tu intercesión sea presto.  Ni siquiera al escuchar las versiones de don Luis Andino y sus coros, lograban despejar las incógnitas se que enquistaban en mi mente.

La chicha, el pan de rosa, la caña y la cajeta de coco trascendían cualquier consideración teológica sobre la bula de Pío Nono y no había nada que borrara la felicidad de recibir una pistolita de fulminantes, una pelota de hule para el béisbol callejero o una candela romana.  Sin embargo, llegué a comprender la diferencia entre las purísimas de invitación que representaban la discriminación excluyente y la Gritería como símbolo de apertura e invitación al peregrinaje, con un salbeque al hombro y la transfiguración de una simple pandilla en coro.

Ya desprendido del bungee regreso a la actualidad, en donde diciembre siempre será para mí el mes más alegre y el aire, aunque no tan fresco como antes, trae presagios de días de júbilo.  A estas alturas del partido, sigo sin comprender la bula de Pío Nono y me parece que en las mismas están muchos nicaragüenses.  Debo de admitir que en mi caso este tipo de situaciones presentan serias dificultades para mi facultad de razonamiento, lo mismo sucede con el caso de Sarah Connors, pues tampoco llego a comprender su maternidad.

Pero volviendo a diciembre, la oscura madrugada del arranque de este mes se rompe ante el estallido de un potente mortero que anuncia la procesión de la purísima en el barrio Monseñor Lezcano, que se ha erigido en el guardián de las tradiciones de la vieja Managua y que se reparte entre cada sector del barrio, cada día del novenario.

Para la Gritería, Monseñor Lezcano llega a superar a cualquier barrio o residencial de la capital e incluso de todo el país, en número de altares activos por cuadra.  Este barrio es pues, fuente de inspiración para los reporteros de los medios de comunicación que acusan una desbordante demostración de fe de los capitalinos.  Para mi, independientemente de estas consideraciones, la Gritería en Monseñor Lezcano es un indicador infalible de la situación económica del país.  De la observación y análisis de su comportamiento el 7 de diciembre se puede inferir desde el crecimiento del PIB, hasta la dinámica de las remesas familiares, pasando por el índice de desempleo; lo cual nos puede dar las pautas para inferir la situación del país para 2009.  Es posible que las vacas sagradas criollas de las ciencias económicas puedan criticar agriamente mi metodología, pero sería de pura envidia.

A las seis de la tarde se inició la festividad con el clásico despilfarro de quema de pólvora, que este año se redujo en duración e intensidad.  A ojo de buen cubero y con el método de El Firuliche, yo diría que bajó en un 27.33 por ciento respecto al año pasado.

Posteriormente realicé un recorrido por las calles de Monseñor Lezcano, principalmente por sus arterias, la calle que va desde La Colonia hasta la antigua Avenida del Ejército y su paralela hacia el norte, que es donde tradicionalmente se detecta la mayor concentración de altares.  Las calles mostraban la ebullición de los grupos que buscaban incesantemente altares para cantar o más bien para obtener su «brindis», debiendo hacer enormes filas para acceder al altar.  En el trayecto observé menor cantidad de purísimas respecto al año pasado, en una observación un tanto firulichesca, podría afirmar que habría un 20.51% menos que el año pasado  Los brindis o «gorras» también se mostraban más frugales que en años anteriores, en algunos casos se limitaba a una naranja.  Los altares que presentaban mejores obsequios eran aquellos de personas que habían venido de los Estados Unidos o que desde allá enviaron los recursos para la celebración.

Incluyo en el recorrido una travesía por Altagracia, constatando que el índice de altares es menor que en Monseñor Lezcano, regreso a este último y observo que cerca de las ocho quince de la noche, una mínima pero detectable cantidad de altares ya habían cerrado al haber agotado sus existencias de gorras.

Como anécdota interesante en el trabajo investigativo, vale la pena mencionar que en un lugar recóndito del barrio, observé a un diputado nacional, oriundo de ahí mismo, que con sus nietos cantaba en un altar lejos de la aglomeración, mientras sus escoltas lo observaban detenidamente desde su camionetona.

Regresé a mi casa a esperar la intensidad de los juegos pirotécnicos de medianoche y mientras tanto realizaba mis cálculos económicos con base en lo observado en la Gritería.  Este año el crecimiento económico cerrará con un 2.34%, es decir ligeramente arriba del crecimiento de la población por lo tanto el ingreso per cápita aumentará una migaja.  Respecto a la inflación, a pesar del desplome de los precios del petróleo, se colocará en 17.28%.  Las remesas se ubicarán en 637,88 millones de dólares, es decir menos que el año pasado, como consecuencia de la crisis en los Estados Unidos, aún así su impacto será menor que en las remesas que reciben otros países.  El desempleo aumentará este año un 18.21%, sin embargo, el total es tan grande que no se notará mucho, además que los empleados públicos sólo trabajan medio día, así que un gran contingente de la población empleada se mirará vagando por la tarde, distrayendo un poco la atención.  Todo esto creo que merece una jaculatoria.

En esas cavilaciones estaba, cuando llegó la media noche y la quema de pólvora, es decir, dinero, se intensificó respecto a la de las seis de la tarde, digamos en un 12%, puede ser que a algunos «marianos» les remordió la conciencia por lo ocurrido seis horas antes o bien que el Gobierno les metió el hombro, que es lo mismo pues al final pagan los contribuyentes.  El caso es que no llegamos a extremos de pobreza, como lo auguran los pesimistas, pues todavía este pueblo se da el lujo de quemar el dinero.

Yo por mi parte, espero ansioso el resto del mes, con más días de júbilo y en donde la Pepsi Cola promueve una cantidad desbordante de abrazos.

5 comentarios

Archivado bajo cultura, Familia

5 Respuestas a “Oh, diciembre alegre

  1. ¡Buen «medidor» económico!…

    Lástima por el deterioro, pero en cuanto a pólvora, me alegra que disminuya, lo digo por la víctimas resultantes cada temporada navideña.

    Esta entrada está llena de recuerdos, de olores y sabores. Desde niña no he tenido oportunidad de ver-menos de saborear- un pan de rosa.

    Diciembre es el mes más alegre del año y enero el más pobre, en buen nicaragüense, el más palmado.

    Gracias por los recuerdos.

    Salud♥s

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  2. Marco Antonio

    Me gusto sus anecdotas, es indiscutible que El Barrio Monseñor Lezcano desde muchos años es tradicionalmente «mariano»y la tradicional procesión que en las madrugadas sale desde la iglesia con cantos y polvora alegra el ambiente.
    Este año vi una anecdota interesante y es que al parecer el gobierno de turno quizo competir con los verdaderos devotos de Maria instalando altares en la Plaza de La Republica, es como jugar con la miseria del pueblo que se volco hasta esa plaza por conseguir algo de comer, al final se vieron muchos accidentados.

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  3. oswaldo ortega

    En ese salto a lo más profundo de los recuerdos nos has llevado a todos que disfrutamos tus blogs y mientras avanzaba en la lectura hubo un rápido recuento de todas las alegrías y emociones que podian acumularse en el mes de diciembre . Siento nostalgia por muchas experiencias que hoy son irrepetibles como escuchar a la filarmónica de los Ramirez interpretar villancicos en el atrio de la iglesia que producían el mismo júbilo que pudo haber sentido un feligrés de Leipzig al escuchar Jesus bleibet meine freude de Bach; escuchar por la radio un partido entre el Cinco Estrellas y el Boer o la emoción de fildear a media calle uno de tus tremendos batazos.

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  4. Marco Antonio

    Hoy volví a leer este articulo y me gusta mucho. “Oh diciembre alegre, grato y encantador… “ Como me gusta el mes de diciembre sin lugar a dudas es el mejor mes del año, además el mes del cumpleaños del Dr. Ortega, desde ya FELICIDADES!

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