El bigote que cantaba

Bienvenido Granda

Los abuelos paternos tenían un código de conducta muy estricto que no sólo comprendía a los miembros de la familia, sino que en algunos casos se extendía hasta los clientes de su botica, como era el caso de la prohibición de utilizar palabras soeces.  De la misma forma, a pesar del giro de su negocio, nunca vendieron un solo condón.  No obstante se mostraban compasivos, pues no le negaban a nadie la Benzetacil de 2.4 millones de unidades.  

Existía también un código para la música que se podía escuchar en la casa y que incluía una lista negra de artistas o canciones prohibidas, ya sea por el contenido de las letras de las canciones o por lo “vulgar” de los artistas, de acuerdo al criterio muy particular de los abuelos.  Definitivamente que la lista la encabezaba el célebre Bachiller José María Peñaranda, con cierta razón, sin embargo, nunca encontré el motivo del por qué se incluía a la Sonora Matancera, Julio Jaramillo, Olimpo Cárdenas, entre otros.  

Pero lo más chistoso era que dichas reglas se disipaban en los confines de la casa, pues no había forma de detener la música que emanaba de la roconola del Salón Rosado, propiedad de Don Enrique Vivas y que colindaba con nuestra habitación.  Así que sin quebrantar ninguna regla, escuchaba durante gran parte del día la música que tanto la familia Vivas como sus clientes, situaban en los primeros lugares de su preferencia y que por mucho tiempo le correspondió al repertorio de La Sonora Matancera.  

Cuando llegaba un nuevo disco, los Vivas se encargaban de estrenarlo, poniéndolo hasta el cansancio, de tal forma que ya al segundo día era posible que nos hubiéramos aprendido la letra de la canción.  Muchas veces cuando aparentemente había calma en el citado Salón, surgía una discusión fuerte entre sus propietarios y para mantener la discreción, una de las muchachas corría a poner la roconola y ahí estaba otro rato de Sonora Matancera.  La fuerza de la costumbre lo iba haciendo a uno adivinar lo que ocurría, ya sea la llegada de un nuevo éxito, la cabanga de un cliente o la discusión familiar.  

Había una situación muy particular cuando cierta señora llegaba de visita a la casa ubicada al frente del Salón Rosado.  Esta señora había tenido cierto problema con otra vecina cercana de ese sector, aparentemente por el marido de la primera y una forma de manifestarle su odio era enviando al hijo de la empleada de la casa al Salón Rosado con ocho chelines, así se conocía a las monedas de veinticinco centavos y que era lo que costaba una pieza en la roconola; con la instrucción de que pulsara ocho veces la F-4, que en dicho aparato correspondía a Señora, con Bienvenido Granda.  A la tercera interpretación de la citada canción, ya todo el mundo sabía que la señora en cuestión estaba de visita y que mientras duraba la misma, casi media hora, la otra vecina tenía que soplarse una y otra vez todos los epítetos que melodiosamente emitía la voz de Bienvenido.   

Nuestra familia vivió en casa de los abuelos cerca de ocho años y que coincidentemente fue durante la época de oro de la Sonora Matancera y en particular de Bienvenido Granda, conocido en el mundo de la farándula como «El bigote que canta».  En realidad, en esa edad no se marcan predilecciones, simplemente los recuerdos en especial los musicales, se fijan profundamente en la mente y de esta manera muchos éxitos de la Sonora Matancera quedaron íntimamente ligados a los recuerdos de mi infancia, la casa de los abuelos y tantas cosas a su alrededor.  Por eso, tanto la música de Bienvenido Granda, como la de Daniel Santos, Leo Marini, Alberto Beltrán, Celio González, Celia Cruz y otros me transportan inmediatamente a ese maravilloso mundo.  

Allá por 1959 nuestra familia dejó la casa de los abuelos y se trasladó a su nueva casa y las restricciones sobre la música se terminaron.  En nuestro radio Philips nuestra madre nos buscaba los éxitos del momento, y disfrutábamos a Paul Anka, Neil Sedaka, Elvis Presley, Enrique Guzmán y los Teen Tops, César Costa, Angélica María, los Apson, los Ventures, Connie Francis, Franke Avalon, Lloyd Price, Dion, Pat Boone.  A medio día escuchábamos Los Tres Villalobos en la Radio Mundial.  Esta sensación de libertad vino a apartarnos un tanto de la Sonora Matancera y demás éxitos del Salón Rosado.  

A finales de 1979 estando con mi esposa y mis hijos en México, nos trasladamos a la Unidad Tlatelolco, complejo habitacional orgullo de la arquitectura mexicana de los años sesenta.  Inicialmente vivimos en uno de las torres llamadas Tecpan, sobre el propio Paseo de la Reforma Norte.  Muy cerca de ahí, estaba un parque, réplica del famoso Jardín de San Marcos en Aguascalientes, en donde por la mañanas iba a correr y algunas tardes llevaba a pasear a alguno de mis hijos que se mostraban inquietos en el encierro del departamento.   

Una tarde, bajé con mi hijo Orlando al parque y después de jugar un rato nos sentamos en una de las bancas metálicas.  De pronto un señor de edad, bajito, bien abrigado, con espeso bigote se sentó en el otro extremo de la banca.  Saludó protocolariamente con una leve inclinación de su cabeza que le respondí de igual manera, pero mi hijo Orlando quiso darle la mano, por lo que le dije que no molestara al señor.  Al escucharme hablar me dijo que mi acento era centroamericano.  Le dije que veníamos de Nicaragua, y le pregunté si conocía. Me dijo que sí, que había tenido la oportunidad de cantar ahí.  Le pregunté su nombre y me dijo: Bienvenido Granda, para servirle.  Después de reponerme de un profundo:- Gulp, un tanto incrédulo le pregunté que si era el cantante de Angustia, En la orilla del mar, Señora, Por dos caminos…  Me interrumpió diciendo: -Usted recuerda mejor que yo mis canciones, amigo.  Le respondí que en Nicaragua él y la Sonora Matancera eran recordados y queridos.  Empezábamos a conversar cuando una señora con acento cubano se acercó llamándolo:  -Bienve, -Bienve.  -Bueno, me dijo, -me están buscando, fue un gusto conocerle. -El gusto fue mío Don Bienvenido, alcancé a decirle.  

Al regresar al edificio, todavía un poco incrédulo le pregunté a uno de los administradores sobre el señor y me confirmó que en efecto era el famoso cantante de la Sonora que tenía un departamento en el Cuauhtemoc, el primer edificio sobre Reforma.    

Al año siguiente nos trasladamos al Edificio Chihuahua, también en Tlatelolco frente a la Plaza y en algunos viajes al Parque, lo miré fugazmente y nos saludamos.   Luego dejé de verlo y en una ocasión en que andaba trabajando por Veracruz allá a mediados de 1983, escuché en la radio local que había fallecido don Bienvenido.  Debo confesar que sentí cierta tristeza, pues había desaparecido una persona sencilla, sin el menor asomo de esas ínfulas de divo que tienen los artistas de hoy, un gran intérprete que nos dejó tantas canciones, tantos recuerdos, especialmente ligados a una época dorada.  

En mi computadora tengo una carpeta con música de La Sonora Matancera y especialmente de Bienvenido Granda y frecuentemente me escapo hacia aquel mundo mágico de la infancia en donde cada vez hay menos sobrevivientes.  Ya desaparecieron los abuelos, mi padre,  Don Bienvenido y la mayor parte de los integrantes de la Sonora, don Enrique Vivas y su esposa, las tres señoras, la visitante, la visitada y la acusada.  De vez en cuando me encuentro en San Marcos a Beto Calero, ya ronda los sesenta años pero siempre lo recuerdo con su pantalón corto, apresurado, con un puñado chelines dirigiéndose a la roconola del Salón Rosado a pulsar ocho veces la F-4: Señora, con Bienvenido Granda. 

Escuche usted Soñar Contigo con Bienvenido Granda No necesita echar un chelín.

Esta es la canción Señora, escúchela

7 comentarios

Archivado bajo cultura, Mùsica, Nicaragüense, radio

7 Respuestas a “El bigote que cantaba

  1. Bonito y emotivo post. Salud♥s

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  2. De verdad es muy interesante su anécdota y creo que muchos de verdad lo envidian. Que le puedo decir aca en Perú las grabaciones de Bienvenido con la matancera para los sellos Panart y Stinson son objeto de admiración y culto. Aunque nunca lo vi en persona sus grabaciones perduran como uno de los grandes de la música cubana y de toda latinoamerica. Grande Bienvenido.

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  3. Que Dios te bendiga a ti y famiia.

    Al leer su anecdota, me recuerda cuando yo era pequeño, dado que mi papá ponia los discos de la sonora Matancera, en la actualidad solamente me traen lindos recuerdos de las música de la sonora.

    A lopersonal me agrada este género es más tengo algunas músicas como se me perdio una perla en el mar, total, navidad triste y mucho más, me gustaría que intercambiemos su música con la mia.

    hasta pronto atte Eduardo Pérez – Managua Nicaragua

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  4. harold sanchez

    Mi gente entra y programa la mejor salsa clasica de la red. Comparte con tus amigos cibernautas, en un ambiente familiar en nuestro chat virtual.Y comparte tu misma pasion por la salsa clasica !

    Domingos Sonora Matancera 9 AM hora de Colombia

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  5. Fernando E. Chacín

    Mi saludo y mi respeto, hoy día tengo algunas canciones de la Sonora Matancera, desde muy pequeno escuchaba esa música, pues a mis padres les gustaba mucho, me gustaría poder intercambiar muchas de las canciones que yo tengo con otras de las que ustedes tienen, así como caratulas y/o fotos tanto de la orquesta como de los cantantes o integrantes.

    Gracias, muchas gracias

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  6. J.L.Rodriguez

    Saludes sr Ortega, e estado leyendo y me e dado cuenta que escribe de la Managua vieja, mucho de los artistas que un día estuvieron en ella. Como barrabas, don bienvenido Granda y la matancera, julio iglesias, abba y muchos otros. Pero la promotora de estos en Nicaragua no es mencionada. La señora Asuncion Ortiz. La cual sigue produciendo espectáculos, trayendo artista para el teatro nacional Ruben Darío, juegos mecánicos y espectáculos circences. Quien además de ser española, reside en Nicaragua ya establecida por mas de 21 anos. Ya que es el país que mejor la acogió y es el país que mas quiere después de su país de origen el reino de España. Alomejor me escribe y intercambiamos unos comentarios con ella

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  7. Oscar Martinez A.

    Que buen post el de Orlando! Retrocedi nuevamente en el tiempo como en la pelicula,Regreso al futuro II . Estando bien cipote oia las canciones de Bievenido Granda, y las que mas me gustaban eran: A la orilla del mar y Angustia. Aun me gustan y desde luego ¨Señora¨ . Recuerdo tambien que en programas de la radio en ¨Complacencias musicales¨ habia una persona que se la dedicaba a otra, por rencillas personales indudablemente y nosotros (muchachos del barrio) nos reiamos a carcajadas. Tambien recuerdo que vino a Nicaragua (Bienvenido) y se presento en el Cine Rosario. Departio muy amable con el publico y se peinaba el bigote despues de cada cancion que interpretaba. Con los chavalos del barrio tal como lo dice Orlando, echabamos en una roconola cercana un chelin, marcabamos A-12 y a oir ¨A la orilla del mar¨ Que buenos tiempos! Las canciones nuevas de la Sonora llegaban a dicha roconola a lo inmediato. Creo que el dueño era Don Miguel G. Hernandez, ya que observaba que todos los discos, tenian ese nombre en el centro. Y ya que Don Orlando de manera dadivosa nos regalon ¨Soñar Contigo¨ con Bievenido Granda, talvez nos regala la carpeta con la musica de la Sonora Matancera. Un saludo,

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