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A Barrabás

Barrabas

1973 fue un año vertiginoso para todos los habitantes de Managua y en general para todos los nicaragüenses.  Inició tan sólo ocho días después del terremoto que destruyó a la ciudad capital, momento en que la población no se reponía del shock que representó aquel dantesco acontecimiento.  Conforme avanzaba el año, los capitalinos fueron convenciéndose que lo único que quedaba por hacer era trabajar duro para reconstruir su ciudad y sus vidas, así como resignarse a que ya nada sería igual.

El gobierno había dado un vuelco, pues el triunvirato que estaba en el poder gracias al pacto Kupia-kumi entre Fernando Agüero y Anastasio Somoza, fue superado por el Comité de Emergencia, que asumió todas las funciones del Ejecutivo, con Somoza Debayle a la cabeza.  Este Comité declaró a 1973: Año de la Esperanza y la Reconstrucción.  Generalmente los eslóganes y consignas emanados de cualquier gobierno suenan siempre huecos, sin embargo, en este caso, no había pierde, eran los dos elementos indispensables que marcarían la vida de los nicaragüenses, ese año en particular.

Las radioemisoras en un inicio se habían dedicado a prestar servicios sociales, anunciando la nueva ubicación de personas, empresas, mensajes para unos y otros, así como pasar una y otra vez el poema “Réquiem para una ciudad muerta” de Pedro Rafael Gutiérrez en la voz de Fabio Gadea Mantilla.  No obstante, llegó el tiempo en que las ondas hertzianas se vieron en la obligación de llevar música a los managuas, para que estos salieran de la tremenda depresión en que se hallaban.  Así comenzó a sonar toda la música que por unos meses se había quedado rezagada.

Entre esa música hay una que los capitalinos recuerdan de manera especial porque marcó el ritmo de su nueva vida, muchos de ellos reubicados en las ciudades circunvecinas, que los obligaba a madrugar y transportarse hacia Managua para continuar con sus actividades cotidianas y regresar cansados luego a esas ciudades dormitorio.  Esa música es la del grupo español Barrabás.

Los últimos años, los nicaragüenses habían aceptado con mucho entusiasmo la música de Carlos Santana y aquel nuevo estilo, mezcla de rock y ritmos latinos, con mucho orgullo además, al integrar el grupo nuestro compatriota leonés, Chepito Areas que manejaba magistralmente las percusiones.  No obstante, a finales de 1972, Santana dio un golpe de timón a su carrera y con la influencia de un gurú, comenzó un cambio radical en su vida, realizando una reestructuración de su grupo y plasmando en su música una mayor profundidad, que lo obligó a llevar su ritmo original hacia el jazz.  De esta forma, su nuevo álbum Caravanserai, no tuvo en el público nicaragüense el impacto de Abraxas o Tabú.  En su lugar, la música de un nuevo grupo, con un nombre demasiado sugestivo, empezó a acaparar la atención de los radioescuchas pinoleros.  Nadie sabía de dónde habían llegado.  Interpretaban sus temas en inglés, con una pronunciación que no delataba su origen, como ocurre cuando Julio Iglesias se atreve a hacerlo.  El estilo era una extraña fusión de rock y ritmos latinos al igual que Santana, sin embargo, había cierta dosis de funky que a veces quería resaltar.   El primer sencillo de Barrabás que pegó duro fue Wild Safari, en donde el grupo se muestra compacto, sin el afán de resaltar solistas y en donde las voces que emergían de sorpresa, como fiera en la jungla, entusiasmaron a la juventud de aquella época.  Casi simultáneamente apareció el sencillo Woman, que también impactó en el gusto nicaragüense por su ritmo pegajoso y la sencilla pero sugestiva letra.  Para los románticos, Barrabás llevó un tercer sencillo que también se colocó en los primeros lugares; era una balada rítmica llamada Cheer Up, en donde una flauta hace de las suyas como marco para un ensamble de voces que a veces nos recordaban a The Sandpipers.

Muy poco tiempo después, Barrabás volvió a sorprender a la audiencia nicaragüense con los temas de su segundo álbum llamado Barrabás Power, en especial Childern, que logró arrollar en todas las listas de popularidad.

Para ese tiempo, surgió un grupo que logró darle la batalla a Barrabás.  Se trataba de un grupo que integró Arcelio García con Jorge Santana el hermano menor de Carlos, con la participación de otro compatriota nuestro, el bajista originario de Granada, Pablo Téllez, el gran trompetista Luis Gasca y tres elementos más.  Este grupo fue Malo.  Su estilo era muy diferente al de Santana y de acuerdo a los estudiosos del tema, el mismo se orientaba un poco al soul.  Sin duda alguna su tema Suavecito fue uno de los favoritos de los nicaragüenses que no se cansaban de pedirlo a las radioemisoras.  Había otro tema llamado Pana, también con algún suceso, sin embargo, como decía don Santos, “nunca como Suavecito”.  El problema con Malo es que el entusiasmo de su primer álbum se disolvió, así como la fama del grupo.

Al poco tiempo, Barrabás volvió al ataque y regresó con el álbum “Soltad a Barrabás” en donde aparecía un tema que también conmocionó a los jóvenes de aquel tiempo: Hi-Jack.  Este nombre tenía un gran impacto pues estaban de moda los secuestros de aeronaves.

De esta forma, se logra una marcada preferencia hacia Barrabás en la música juvenil post terremoto.  El grupo se disolvió en 1977 y muy pocos en Nicaragua se dieron cuenta, pues a pesar de que sus temas se mantuvieron en los primeros lugares de audición en el país, casi nadie llegó a conocer las interioridades del grupo.  Salvo los muy ilustrados en el tema sabían que Barrabás surgió prácticamente del famoso grupo español Los Brincos, en donde uno de sus integrantes Fernando Arbex, fue quien desarrolló el proyecto de Barrabás, acompañado por Ricky y Miguel Morales, ambos hermanos de Junior, el ahora viudo de Rocío Dúrcal, que junto con Juan Pardo y Miguel González también integraron Los Brincos.  Todos recordarán aquellos éxitos de aquel grupo: Mejor, Sola, Tú me dijiste adiós.  Muchos ignoran que Fernando Arbex falleció en 2003 a la edad de 62 años y que dejó una larga carrera musical, más allá de Los Brincos y Barrabás, pues produjo a artistas de la talla de Nana Moskouri,  Harry Belafonte,  José Feliciano, Rita Pavone y Camilo Sesto, además participó en las bandas sonoras de varias películas españolas como Más bonita que ninguna, de Rocío Dúrcal.

En las últimas semanas, Radio Joya de Nicaragua dedicó un programa especial en homenaje a Barrabás y es muy difícil que alguien mayor de cincuenta años y que estuviera en Nicaragua para la época post terremoto no se haya emocionado cuando escuchó  aquella voz aguardentosa clamando:  “Every time I see that woman, every time I see that girl, secret feelings come inside me, something´s burning in my head”, mientras el resto del grupo pone el ritmo tan especial, aquel que nos hacía marcar el paso hacia la esperanza y la reconstrucción.

Doy gracias a mi hermano Eduardo por un favor recibido, digo por la asesoría en este Post.

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