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El genio José Feliciano

Hace un par de semanas, mientras muy temprano en la mañana realizaba mi rutina de ejercicios, que invariablemente acompaño con música, aburrido de las mismas grabaciones guardadas en el reproductor MP3 me cambié al radio para escuchar algo diferente.  En efecto, salieron algunos temas de actualidad entre ellos una especie de bolero.  Como al hacer ejercicio es más difícil el zapping con el radio, dejé el bolero, el cual parecía mezclado con bachata.  El tipo que inició la canción la interpretaba con un acento antillano demasiado marcado y con un tonito que parecía arrancado de un reggaetón.   Casi inmediatamente después escuché una voz que se me hizo conocida.  Dejé el tema sonando en el aparato y continué escuchando la interpretación y al aparecer el inconfundible timbre y maestría de una guitarra acústica llegué a confirmar mis sospechas.  Se trataba del magnífico cantante y guitarrista puertorriqueño José Feliciano.  Lo que no me explicaba era cómo el gran maestro Feliciano podía aparecer en una canción como esa.  Era como ver al gran Anthony Hopkins en un comercial del Gallo más Gallo.

Días más tarde, escuchando el radio del automóvil volvió a salir el bolerito aquel.  Le puse un poco más de cuidado y seguía sin entender cómo el gran artista, que ha logrado un nivel que pocos latinoamericanos ni siquiera han soñado, podía aparecer en aquella canción.  A pesar de que la melodía no estaba tan mal, pues le hicieron un arreglo bastante decente en donde se puede apreciar que el maestro Feliciano todavía domina la guitarra con excelencia, además que una sección de cuerdas le otorga cierto nivel de refinamiento.  Sin embargo, la letra se me hizo, en lo particular fatal.  Dentro de un esquema decimonónico en el cual el pretendiente de una muchacha tiene que negociar con el futuro suegro, la suerte de ella.  Por otra parte, los argumentos esgrimidos por el pretendiente parecen salidos de una novela de Corín Tellado: “ solamente una oportunidad le pido, ayer soñé con Cupido y espero no estar mal..”  Como decía mi tía Mélida:  “Las tres divinas personas”, tan sólo pensar en que una hija está en la mira de un tipo tan cursi es para morirse.  “no quielo que malintelplete, lo siento, solo vine aquí para podel decil su hija me gusta”

Lo peor, sin embargo, es lo que obligan a decir a Feliciano.  “Señorito, tome asiento y conversemos de una vez”, “con qué cara te atreves decir que te gusta mi hija, tienes agallas, yo la protejo más que a mi vida, ella es mi sangre y no quiero que sufra su madre no sabe de mi (¿?), yo no creo en el amor ni en el destino (???????)”.

Al tratar de averiguar más sobre esa inexplicable intervención de José Feliciano en el bolerito ese, encontré que fue un apoyo del Maestro a un compatriota suyo.  Se trata de un joven de 20 años, el cantautor puertorriqueño Carlos Reyes Rosado, conocido en el ambiente de la farándula como Faruko y que según sus cronistas, léase los de su disquera, es un talentoso artista con una versatilidad asombrosa, pues domina muchos géneros: reggaetón,  rap, hiphop, R&B, pop, bachata, bolero, mambo, vallenato, cumbia y sólo le faltaron las rancheras.   Para su lanzamiento como solista le han producido el álbum titulado: “El talento del bloque”, en donde se llega a adivinar que “bloque” tiene la acepción de cuadra, manzana y no del bloque de concreto, aunque pueden dejar eso a la imaginación.

Cuando leí lo de la supuesta versatilidad de este muchacho, recordé que si a alguien podría adjudicarse este concepto en toda su dimensión es precisamente a José Feliciano.   Escuché por primera vez a este gran artista allá por 1968 cuando todas las emisoras nacionales tocaban hasta el cansancio sus primeros dos éxitos, en la categoría de “cortapulsos”: La copa rota y Amor gitano, ambos boleros con altas dosis de dramatismo:  “No se apure compañero si me destrozo la boca, no se apure que es que quiero con el filo de esta copa borrar la huella de un beso traicionero que me dio”. “Toma este puñal, ábreme las venas, quiero desangrarme hasta que me muera, no quiero la vida, si he de verte ajena, pues sin tu cariño no vale la pena”.  Ambas canciones con un derroche de maestría en la interpretación de la guitarra.  Los comentarios que nos llegaban sobre este extraordinario cantante y guitarrista señalaban que era boricua y que era invidente, sin mayor información sobre su trayectoria.

Un poco después, mis hermanos y yo comenzamos a comprar asiduamente una revista mexicana llamada Pop, que traía noticias sobre la música moderna internacional y en un número se hablaba de que José Feliciano tenía dos grandes éxitos en las listas de popularidad en los EE. UU. Uno de ellos era el éxito de The Doors, Light my fire y otro era Hi heel sneakers, un blues de Tommy Tucker, que también habían interpretado Elvis Presley, Chuck Berry y muchos más, sin embargo, la versión de Feliciano tenía un toque que captó la preferencia de la audiencia norteamericana.  De esta manera José Feliciano se convirtió en un verdadero fenómeno, pues realmente era el primer latinoamericano que había roto una enorme barrera que existía para incursionar en la música norteamericana y lo había hecho con gran éxito.  Ahí fue donde me di cuenta que la familia de José Feliciano, emigró de Puerto Rico a Nueva York cuando este tenía cinco años y que mostró desde pequeño una extraordinaria facilidad para la música, aprendiendo varios instrumentos entre ellos la guitarra.

Así fue que desde fines de los sesenta, José Feliciano alternaba en la música romántica en español y en los géneros del rock, soul, R&B, en inglés.  En el año 1971 fue la sensación participando en el Festival de San Remo en donde interpretó, alternando con Richi e Poveri, el tema Che Sara, que inmediatamente fue traducido al español como Qué será, el cual alcanzó un gran éxito.   De esa manera se puede observar que a lo largo de su carrera musical ha abarcado toda la gama de ritmos en inglés, así como la música romántica en español y lo importante es que en ambos idiomas lo hace con un perfecto dominio de su pronunciación.  Cabe también destacar su virtuosismo en la guitarra en interpretaciones como El vuelo del abejorro de Rimsky Korsakov, que no es para cualquiera, Zorba el griego de Teodorakis que originalmente se interpreta con mandolina, Malagueña de Ernesto Lecuona o su reciente versión de The third man.

De sus éxitos en español, creo sin temor a equivocarme que hay un tema que sacó en los setentas y que al escucharlo son pocos los que se escapan a una erupción sentimental que hace estremecer al más valiente y me refiero al recordado tema:  Tú me haces falta.  O bien, la extraordinaria interpretación del tema de Carlos Santana, Samba pa´ti, un clásico instrumental el cual se atrevió a cantar, logrando una excepcional adaptación en donde aparece el propio Santana en un duelo entre guitarra acústica y guitarra eléctrica, toda una joya.  Luego, cada quien tendrá sus favoritas, de conformidad con los recuerdos ligados a cada una de ellas:  Usted, Miénteme, Ay cariño, Luz y sombra, Nosotros, Poquita fe, Regálame esta noche, Nuestro juramento, Dos cruces, Entrega total, Lágrimas negras, Para decir adiós, Cuando pienso en ti, Estoy perdido, Cómo fue, Una aventura más, Paso la vida pensando, Alma mía, Mis noches sin ti, Cenizas, Cuando el amor e acaba, Celos de mi guitarra, Contigo en la distancia, De cigarro en cigarro, Después de ti qué, El cóndor pasa, En Aranjuez con tu amor, La barca, Tengo que decirte algo, Qué voy a hacer sin ti, Me has echado al olvido, No podrás olvidar, Por ella, Por mujeres como tú, Regálame esta noche, Si me comprendieras, Un amor así, Tú me acostumbraste, Volveré alguna vez, Yo lo comprendo, entre otras.

O bien en inglés, Ain´t, no sunshine when she´s gone, A man and a woman, Always something there to remind me, Blackbird, California Dreming, Billy Jean, By the time I get to Phoenix, Chico and The Man,  Affirmation, Daniel, Daytime dreams, Don´t let the sun catch you crying, Hey baby, Hey Jude, I can´t get no satisfaction, I feel fine, The second that emotion, Norwegian wood, My sweet Lord, Queen of my heart, Sad boy, In my life, Help, A day in a life, Since I met you baby, Softly as I leave you, Strangers in the night, The windmills of your mind, Walk right in, Wild world, You´re the girl I love.  En lo particular yo prefiero un tema de Neil Diamond que está escrito en un ritmo parecido al huapango y en donde Feliciano logra una magnífica interpretación: Play me.

También puede observarse alternar en los dos idiomas en su clásica interpretación del tema de su autoría: Feliz Navidad, que invariablemente vuelve a sonar en cada temporada navideña.  Otro aspecto relevante en José Feliciano es su genial sentido del humor y si quieren una muestra de ello, pueden observar cuidadosamente la introducción al dueto de Tengo que decirte algo, con Gloria Stefan, en donde deja speachless a la cantante.


Es enorme la cantidad de premios y reconocimientos alcanzados por este gran artista, basta acotar que tiene en su haber una impresionante cantidad de premios Grammy,  11 nominaciones y 8 estatuillas, acreedor por cinco años consecutivos del premio Mejor guitarrista pop, de parte de la revista Guitar Player, así como un reconocimiento de parte de su natal Puerto Rico como “Un puertorriqueño para la historia”, además de haber tocado con las principales orquestas sinfónicas del mundo.  En cierta ocasión el propio John Lennon afirmó que algunas de las canciones de los Beatles las prefería en la interpretación de Feliciano y fueron varias de sus canciones en las que aparece este gran artista interpretando la guitarra.

Después de repasar la impresionante carrera de este gran artista, no me queda más que afirmar que este Señor puede darse el lujo de cantar lo que quiera y con quien quiera, así que si en su afán de ayudar a su compatriota, humildemente se agacha para interpretar una canción que indudablemente no está a su altura, se le perdona.  Es más podría bajarse al chinamo para interpretar una cumbia con Gustavo Leytón y tendría nuestra más amplia indulgencia.

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